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Arcade Fire – Reflektor (2013)

Que «Reflektor» ha sido uno de los álbumes más esperados del año es algo que nadie pone en duda. El regreso de los canadienses Arcade Fire tras haber ganado un premio Grammy por «The Suburbs» (2010) había generado grandes expectativas, más si cabe cuando supimos que James Murphy (LCD Soundsystem) sería el productor. Si han logrado o no estar a la altura de lo que se esperaba de ellos es algo que sigue siendo motivo de discusión. Para unos, la banda se ha alejado quizás demasiado de su anterior sonido y se ha vuelto más pretenciosa. Para otros, en cambio, la vuelta de tuerca que la banda le ha dado a su sonido de la mano de James Murphy marcará un antes y un después en su carrera, como lo hicieron discos como «Kid A» (2000) de Radiohead, o «Achtung Baby» (1992), de U2.
Es innegable que Arcade Fire nos han sorprendido a todos con «Reflektor». La épica ha dejado paso a las influencias de grupos como Talking Heads o Roxy Music. El tema que abre el disco y que le da título es arrollador. Algo más de siete minutos en los que Arcade Fire se reinventan y en el que ya se aprecian las influencias de James Murphy.

Si en 2010 podíamos afirmar que «Ready to Start» era, probablemente, el mejor comienzo de un disco de Arcade Fire y también la mejor manera de empezar uno de sus conciertos, ahora estamos en condiciones de afirmar que «Reflektor» podría ser su justa sucesora. La primera canción de «Reflektor» contiene la esencia de lo que supone el disco. Ese giro en el sonido, ese cambio de rumbo en el momento justo de su mayor éxito y popularidad, suena de la manera más natural y lógica posible. No es una casualidad que David Bowie cante en los coros del tema. Ha sido fan de la banda desde sus inicios y, curiosamente, según se cuenta en la red, Bowie apareció por el estudio cuando estaban haciendo las mezclas del tema (al día siguiente de que se publicase «The Next Day») y le gustó tanto lo que escuchó que quiso participar cantando. 

Anton Corbijn fue el encargado de plasmar en un espectacular videoclip en blanco y negro el cambio de Arcade Fire en imágenes. El resultado era evidente. Una de las mejores canciones del año iba acompañada de uno de los mejores vídeos del año.

¿Y cómo mantienes el nivel después de un trallazo así? Pues los canadienses han optado por no preocuparse demasiado por el asunto y contraponen a «Reflektor» el tema «We Exist». Es bien distinto a su predecesor, sí, pero es una justa reafirmación de la banda contra aquellos que desean que fracase su nueva propuesta: …Down on their knees/ begging us please/ praying that we don’t exist Las influencias jamaicanas son más que evidentes en «Flashbulb Eyes», aunque es en «Here Comes the Night Time» donde alcanzan su punto más álgido. Es esa clase de canción que nunca hubieses imaginado que acabarían cantando Arcade Fire. La canción más bailable del disco, sin duda, y con más de una referencia religiosa: If there’s no music in heaven/ then what it’s for? Porque ese es sin duda el gran tema de fondo del disco, qué hay después de la muerte, sirviéndose para ello en ocasiones del mito de Orfeo, que trató de revivir a su amada Eurídice a través de sus cánticos.

Is anything as strange as a normal person?/ Is anyone as cruel as a normal person? De este modo comienza «Normal Person», toda una crítica a lo que la sociedad entiende como gente «normal» (When they get excited they tried to hide it/ look at those normals go!). «You Already Know» suena simplemente correcta, y «Joan of Arc», en la que un enamorado Win Butler se declara devoto de Régine Chassagne, pone el contrapunto rockero.

Es aquí donde le daríamos la vuelta a la cinta de cassette para escuchar la cara B, ya que «Reflektor» nos es presentado como un disco doble. La segunda parte arranca con la oscura continuación de «Here Comes the Night Time» y presenta en «Awful Sound (Oh Eurydice)» otro de los momentos más inspirados del álbum. La canción que Orfeo canta a Eurídice ya ha sido comparada con temas de los Beatles como «Hey Jude» o «A Day in the Life». No cabe duda de que es uno de los grandes momentos del disco y probablemente se convertirá en uno de los clásicos de la banda. La respuesta de su amada Eurídice en «It’s Never Over (Oh Orpheus)» se convierte en el reverso tenebroso de su predecesora. Chassagne pide a su Orfeo particular que siga cantándole y que espere a su momento para reunirse con él: …and if I call for you/ oh Orpheus!/ just sing for me all night/ we’ll wait until it’s over…

En «Porno» nos encontramos uno de los temas más curiosos y enigmáticos del disco. Tanto musicalmente como en lo que se refiere a su letra, ya que aunque parece estar emparentado con aquellos adolescentes a los que se les llenaba la boca cantando «Rococo», no queda muy claro si su título está más relacionado con el sonido «sucio» de la canción o con algún mensaje en particular de su letra.

Es en este punto cuando llega otro de los grandes momentazos de «Reflektor». «Afterlife», escogida como segundo single, es todo un himno en el que la banda se plantea la gran cuestión: ¿qué hay después de la muerte? Afterlife/ oh my god what an awful word/ after all the breath and the dirt and the fires are burnt… Lo plantean, eso sí, como una bellísima canción con ecos de clásicos como «Sympathy for the Devil» (esos uh-uh-uh que suenan de fondo) y consiguen un tema redondo, absolutamente fantástico. Su puesta en escena en la entrega de los YouTube Music Awards, con un videoclip en directo dirigido por Spike Jonze, le dio una magia y un encanto como no hemos visto en mucho tiempo y muchos videoclips «normales».
«Supersymmetry», escrita originalmente para la última película de Jonze, «Her» (2013), cierra el disco con una composición que, sin dejar de sonar muy bien, no puede ni competir en la misma liga que su predecesora.
Toca hacer ya balance. ¿Es «Reflektor» el disco del año? ¿Es el mejor disco de Arcade Fire? Probablemente ni una cosa ni la otra. El gran problema de «Reflektor» es su duración. Puede parecer una tontería, pero sólo quitando los 6 minutos de ruidillos que le sobran al final de «Afterlife» y prescindiendo de alguna canción como «Here Comes the Night Time II», «You Already Know» o «Joan of Arc», que son los que menos aportan al conjunto, nos quedaríamos en un disco de cerca de 60 minutos y no de 75 (85 si incluimos esa pista oculta que hay en el cd y que son 10 minutos de «Reflektor» reproducidos hacia atrás).
Eso por poner algún defecto, ya que no hay otra banda en la actualidad capaz de componer temas como «Reflektor» o «Afterlife». Puede que a «Reflektor» le sobren minutos, sí, pero es justo reconocer que también a esta reseña le sobran demasiadas palabras.

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