Bodas de Plata: Leonard Cohen – I’m Your Man (1988)
No fue hasta un año después de la publicación del disco de Jennifer Warnes cuando se publicó «I’m Your Man». En este trabajo, Cohen se atrevía incorporando sintetizadores a su música, sonando más acorde con su época y mucho más moderno, aunque sin perder un ápice de la esencia de su música. Podemos comprobarlo en el mítico tema que abre el álbum, «First We Take Manhattan», con un marcado tono synthpop y en la que la voz grave del canadiense se abre paso con el inicial Me sentenciaron a 20 años de hastío/ por intentar cambiar el sistema desde dentro…
Una canción mítica donde las haya con las elaboradas letras del canadiense y que años después sonaría en la sorprendente adaptación rock-flamenca de Enrique Morente y Lagartija Nick. Era sólo el primero de ocho temas en los que Cohen, por vez primera, no era el autor total y absoluto de las letras. Sharon Robinson, que había sido corista en algunos de sus conciertos y que desde este disco se convirtió en colaboradora habitual a la hora de componer, co-escribía «Everybody Knows», un tema que hablaba, entre otras cosas, sobre el SIDA. También la antes mencionada Jennifer Warnes colaboraba en «Tower of Song», una canción que hablaba sobre el paso del tiempo y la soledad del cantante.
Otra de las piezas clave del disco era la no menos mítica «Take This Waltz», en la que Leonard Cohen adaptaba libremente el poema «Pequeño Vals Vienés» de Federico García Lorca, dando lugar a uno de los más maravillosos vals modernos que se han grabado. No puedo olvidarme tampoco de «Ain’t No Cure for Love», otra canción que se convertiría en un clásico dentro de su repertorio, ni del tema que da título al disco, «I’m Your Man», una entrega al borde de la desesperación del amante a su amada, algo que contrasta con la imagen seductora del artista.
Es cierto que no todas las canciones han resistido por igual el paso del tiempo, y que quizás esa «Jazz Police» suene ahora un tanto desfasada, pero el conjunto sigue siendo un clásico. Canciones que forman ya parte de nuestra vida y que están ahí para quedarse. Por mi parte, me quito el sombrero ante este clásico atemporal.