Muse – The 2nd Law (2012)
Tú antes molabas. Con esta sencilla frase podría resumirse el sentir de muchos fans del trío británico tras escuchar «The 2nd Law», el esperadísimo sexto álbum de estudio del grupo.
Primero nos hicieron creer que «The 2nd Law» seguiría la línea de sus anteriores trabajos, al menos conceptualmente. A juzgar por el primer tráiler que pudimos ver del disco y lo poco que escuchamos de «Unsustainable» (su famoso coqueteo con el dubstep), no fuimos pocos los que creímos que el nuevo disco sería una nueva pesadilla orwelliana que llamaría la atención sobre la escasa (o nula) viabilidad del mundo en el que vivimos y reflejaría el malestar social que se vive a lo largo y ancho del planeta («Uprising» podría haber sido el himno del 15-M). Pero todo aquello comenzó a esfumarse cuando escuchamos «Madness», esa que a todo el mundo le recuerda a George Michael (que quieras que no, algo sí que tiene con «Faith», ¿no?).
Y es que «The 2nd Law» promete mucho y, en cambio, da muy poco. Apenas hay rastro de los Muse de siempre, exceptuando «Supremacy», el brillante comienzo a medio camino entre el «Kashmir» de Led Zeppelin y el tema central de una película de Bond. Abriendo con una frase como Despierta para ver que tu verdadera emancipación es una fantasía…, «Supremacy» dejaba la puerta abierta (todavía) a la esperanza. Lástima que la desilusión llegue tan pronto con «Madness», un tema de reminiscencias jorgemiguelianas, como decía antes, y letras sonrojantes como …es esto amor o es sólo una locura… (ay, dios, cuánto mal le ha hecho Kate Hudson). Se ponen en plan INXS con «Panic Station», y lo cierto es que no le dan mal al funky.
Es entonces cuando llega el ya conocido himno olímpico con tintes de Queen, «Survival», y que acaba por evidenciar que «The 2nd Law» no es un álbum como tal, sino una colección de canciones. No hay coherencia ni en lo musical, ni en las letras, ni en un concepto alrededor del cual giren las canciones. Eso por no hablar de los temas «que sobran» y de los que hablaremos un poco más adelante.
Se atreven incluso con un tema para la pista de baile, «Follow Me», y lo cierto es que logran una de las mejores canciones del disco. Aquí si siguen sonando a Muse, con la épica llevada a la electrónica y emulando a Bono y The Edge en la recta final. En «Animals» el recuerdo de Radiohead es totalmente inevitable (suena como el disco de debut de los de Bellamy, «Showbiz»), mientras que a «Explorers» le sobra un poco de almíbar (cuando creías que lo habías oído todo, van Muse y meten campanas navideñas en una canción) y le falta fuerza. «Big Freeze», o Muse tratando de hacer su «Where the Streets Have No Name» particular (Jero dixit), pone el punto y aparte en un disco que debería haber terminado ahí si el trío aplicase la lógica a este álbum.
Pero aquí la lógica pinta poco o nada y nos quedan todavía cuatro canciones. Eso sí, Bellamy no vuelve a cantar en el resto del disco (exceptuando unos coros en «Unsustainable»). Primero llega la redención de Chris Wolstenholme que, superado su alcoholismo, ha escrito un par de canciones que además canta y que han acabado formando parte del disco. Ni «Save Me» ni «Liquid State» suenan a Muse, claro. Son temas que no suenan mal y que hubiesen encajado perfectamente como caras B de algún single, pero que aquí no pintan nada. Como tampoco pintan nada las dos instrumentales bajo el título «The 2nd Law», que sólo parecen estar ahí para justificar el título del disco.
Así que aquí estamos con Muse cayendo en la trampa más habitual de la inmediatez del mundo musical en nuestros días. ¿Por qué sacar un disco mediocre cuando podrían haber publicado un EP fabuloso?
De acuerdo prácticamente en todo salvo en lo de "Follow me", que a mí personalmente me parece un espanto, sobre todo por la producción (en directo, con instrumentos reales, suena bastante mejor). Y… bueno, a mí "Madness" me gusta, y "Panic Station" me enloquece. Pero el disco en conjunto me parece una auténtica decepción…
Ah, y gracias por la mención, jajaja.