Fiona Apple – The Idler Wheel Is Wiser Than The Driver… (2012)
Probablemente siete años se consideren demasiado tiempo de espera para un disco. Más aún si tenemos en cuenta que la autora de ese disco no se ha dedicado, entretanto, a realizar una gira mundial (de hecho, rara vez sale de su país de origen – EEUU – para dar un concierto) y que, en los tiempos que corren, ha pasado olímpicamente de dar señales de vida a través de las redes sociales y apenas ha ofrecido novedades sobre su carrera en su propia página web.
Tampoco es algo que nos pille por sorpresa. Su anterior trabajo tardó varios años en ver la luz debido a problemas con la discográfica y, por el camino, la primera grabación de los temas se filtró a la red, ofreciendo una versión «prematura» de las canciones que finalmente volverían a ser grabadas para la publicación de «Extraordinary Machine» en 2005.
La pregunta es, por tanto, obvia. ¿La espera ha merecido la pena? Sí, sí y sí. Puede que para algunos las 10 canciones que conforman este nuevo álbum de Fiona Apple en sus poco más de 40 minutos de duración sepan a poco, pero el resultado es un disco sublime. Y ya no sólo por el contenido: el diseño y el packaging de la edición especial del cd son, con toda probabilidad, lo más bonito y original que se ha hecho con un compact-disc en plena era digital. Reproduce una agenda, algo así como el diario personal de la propia Apple, respetando las dimensiones del original y reproduciendo anotaciones y dibujos de la inspirada artista. Además, incluye un dvd con la grabación de parte del concierto en el que presentó el álbum en el festival SXSW (South By Southwest), un par de fotos y un póster con la portada que ilustra esta reseña.
Por desgracia, para todos aquellos que no os hayáis hecho con ella, me temo que a estas alturas se habrá agotado.
Pero vayamos a las canciones, que al fin y al cabo, es lo que más nos importa (aunque no lo único). «The Idler Wheel Is Wiser…» (título tan inabarcable como prescindible) es, posiblemente, el disco más personal de Fiona, tanto musicalmente como en sus letras. Jon Brion, que fue su colaborador habitual durante varios años, no ha participado en este disco. Sin embargo, su herencia es reconocible en la canción que abre el disco, «Every Single Night». De nuevo tenemos a Fiona debatiéndose entre su delicadeza y su fuerte carácter (en el terreno musical, entendámonos), que canaliza a través de su poderosa voz en el estribillo. Es sólo la primera de las constantes referencias del disco a la vida personal de la autora, a sus contradicciones sentimentales y a sus difíciles relaciones de pareja.
No olvida al que fue con toda probabilidad fuente de inspiración (al menos en parte) de estas letras, el guionista Jonathan Ames («Bored to Death»), que fue su pareja durante los últimos años y al que va dedicada «Jonathan» (…soporta mi pequeño puño tirando del bosque de tu pecho…). Pero Apple es consciente de ser una persona emocionalmente difícil y compleja, aunque frágil, y así lo deja plasmado en «Left Alone» (…cómo puedo pedirle a alguien que me ame si todo lo que hago es suplicar que me dejen sola…), como también refleja su miedo a la soledad («Daredevil») o su parte más enamoradiza («Valentine»), capaz de cambiar por amor (…echo raíces por ti, te quiero…).
Pero no todo son dulces caricias de dormitorio («Anything We Want»), también hay lugar para amores imposibles (…todavía podemos apoyarnos, todo lo que tenemos que hacer es evitarnos… dice en «Werewolf») e incluso lugar para el rencor que produce un amor venenoso («Regret»). Todo ello sin olvidarse de escenificar una de esas historias sentimentales en las afueras («Periphery») y rematando el disco con una canción que no sólo establece una divertida comparación (… si soy mantequilla, entonces él es un cuchillo caliente…) sino que podría pasar por un clásico extravagante («Hot Knife»).
Lo ha vuelto a hacer. En éste su cuarto disco, Fiona Apple prosigue y confirma una carrera impecable que se mantiene al margen del circuito musical ordinario y no sólo eso, sino que se supera como artista en complejidad y texturas musicales, además de conservar ese encanto que se ha ganado millones de fans por todo el mundo.
«The Idler Wheel…» es un disco de este año, pero podría haber sido publicado hace 50 años y seguiría siendo igual de bueno, y probablemente lo siga siendo dentro de otros 50. Quizás sea ya mi disco preferido en lo que llevamos de año, y no me importaría (ni extrañaría) que lo siguiese siendo a finales.