Vigo Transforma (viernes)
Catpeople salían poco después a escena con la confianza que les daba jugar en casa. Comenzaron tocando «Sorry», de su último disco «Love Battle» (2011), que se distribuyó junto al número de abril de la revista Mondosonoro. Desde el principio contaron con el apoyo de buena parte del público y alternaron canciones de su nuevo trabajo con otras ya habituales en su repertorio. Suenan bien, aunque en mi opinión les sigue fallando la excesiva chulería de su cantante (una cosa es actitud y otra creerte que eres Chris Martin o Bono, y para eso le falta mucho todavía) y también lo mucho que recuerda su voz a la de grupos como Interpol (a menudo da la sensación de que trata de calcar la voz de Paul Banks). Sea como fuere, es innegable que tuvieron su cota de éxito en el festival y canciones como «Radio» fueron de lo más celebradas.
Del concierto de Xoel López no puedo decir nada, puesto que me lo perdí al completo, así que seguiré con Los Campesinos! Los galeses dieron un concierto genial que se convirtió en toda una celebración entre el público. Lástima que a la pobre Kim apenas se la oyese cantar desde los teclados, pero su principal vocalista Gareth lo dio todo sobre el escenario. 8 músicos en escena que hicieron un repaso por todos los discos del grupo, consiguiendo un notable éxito con su hit «You! Me! Dancing!», que puso a todos los presentes a saltar y a bailar. Su cantante acabó incluso bajando y mezclándose con el público.
Los 30 minutos que transcurrieron entre el final del concierto de Los Campesinos! y el comienzo del de Vetusta Morla se nos hicieron a todos eternos. Cuando se apagaron las luces todo el público comenzó a vibrar. Ya no cabía un alfiler. Mirases donde mirases sólo veías gente y más gente y manos alzadas esperando el comienzo. Como viene siendo habitual en esta gira, empezaron tocando la grandiosa «Los Días Raros». Puede que apenas hayan pasado dos meses desde que salió «Mapas», el segundo disco de los madrileños, pero ya todos nos sabemos sus letras de cabo a rabo. Y es que los conciertos de la banda ya se han convertido en multitudinarios karaokes en los que a menudo se escucha más la voz del público que la del propio Pucho.
Temazos más recientes como «En el Río» o «Lo Que Te Hace Grande» conviven a la perfección con clásicos de la banda como «Copenhague», uno de los más esperados. Son tan grandes sobre el escenario que uno quisiera buscarles defectos, pero es casi imposible encontrarlos. Puede no gustarte su música, por supuesto, pero su directo es de los mejores, creo que insuperable por cualquier otra banda nacional. «Escudo Humano», «Maldita Dulzura» o «Boca en la Tierra» no hacen sino confirmar que «Mapas» se perfila ya como mejor disco nacional de 2011. Claro que también hubo espacio para las canciones de su debut, entre ellas «Valiente», Un Día en el Mundo», «La Cuadratura del Círculo» o «Saharabbey Road», coreada por todo el público con esos la lalalalalala lalalala lalalalalalalalalalalalala… También hubo espacio para poner la banda sonora a estos tiempos de crisis con «Sálvese Quien Pueda».
Sólo faltaba la puntilla para acabar un concierto soberbio, y llegó con la demoledora «El Hombre del Saco», con Pucho aporreando un bidón con todas sus fuerzas. Acabaron como siempre saludando al público y haciendo una reverencia a todos los que habíamos disfrutado como enanos durante hora y media con su concierto. Son muy grandes y, de seguir así, acabarán llenando estadios como Coldplay, si no al tiempo.
Que te hagan salir al escenario después de Vetusta Morla es, hablando en plata, una putada y de las gordas. Más aún, si se retrasa el montaje y nos dan las 3 de la mañana. Con el público ya muy disperso (el que quedaba), Junior Boys asumían la difícil tarea de ofrecer un concierto digno después de los madrileños. Parecía tarea imposible, pero la voz de crooner de Jeremy Greenspan y la contagiosa y elegante música disco del grupo acabó consiguiendo que todos nos fuésemos acercando al escenario sin poder dejar de bailar. Durante los escasos 40 minutos de su actuación, nos hicieron regresar a los tiempos de Studio 54, a la época dorada de la música disco.
Madre mía, y todavía queda festival…