Arcade Fire, Festival Vodafone Paredes de Coura, 18-08-18
Corría el año 2005 cuando unos casi desconocidos jóvenes canadienses aparecían en la letra pequeña del festival Paredes de Coura, soterrados bajo las grandes letras de bandas como Foo Fighters, Pixies, Nick Cave & The Bad Seeds, Queens of the Stone Age o, incluso, y por mucho que pueda sorprendernos ahora, Kaiser Chiefs. Arcade Fire venían de publicar su fabuloso debut «Funeral» (2004), pero por entonces la banda aún no había cantado «Wake Up» junto a David Bowie en directo ni había teloneado a U2. Aún así, quienes estuvieron en aquel concierto lo recuerdan de forma muy especial, con la banda entregada y que, hasta el momento, casi se antojaba irrepetible.
Han tenido que pasar 13 años y una cancelación (la de la islandesa Björk) que nadie pareció ya echar de menos, para que Arcade Fire volviesen a Paredes de Coura convertidos en indiscutibles cabezas de cartel de esta edición. Tanto es así que hacía más de 2 semanas que se habían agotado ya las entradas para el sábado.
Así pues, y aunque el sábado había otras propuestas que podían ser interesantes como Big Thief, Curtis Harding o Myles Sanko, entre otros, reservamos fuerzas para ver a los canadienses. A los que si pudimos ver (al menos parte del show) fue a los portugueses Dead Combo. El dúo, convertido en banda sobre el escenario con Alexandre Frazão (batería), Gui (instrumentos de viento y teclados) y António Quintino (bajo, contrabajo y guitarras) sorprendió con su música instrumental con ecos de Ennio Morricone y el cine de Tarantino. Destacó la presencia de Mark Lanegan como estrella invitada, que canta en su nuevo disco «I Know, I Alone», y cuya voz grave e imponente aportó un toque más de elegancia si cabe a la música del dúo. Un buen directo que sirvió de aperitivo antes de la que se nos venía encima.
Un abarrotado auditorio (27000 personas) esperaba impaciente a los canadienses. Arcade Fire salieron al escenario saludando con un «boa noite» al que siguieron las inconfundibles notas con ecos de ABBA de «Everything Now», que todo el público empezó a corear de inmediato. El montaje de la banda incluía unas pantallas en la parte superior del escenario dispuestas de forma triangular, de manera que desde cada lado del escenario se ve sólo una de ellas y sólo desde el centro ambas. También una bola de discoteca, por supuesto (¿se la habrá prestado James Murphy, de LCD Soundsystem?) y la ropa customizada con el logo de Everything Now de muchos de sus miembros. Pero todos estos elementos no deben distraernos de la música. Arcade Fire siguen sonando a Arcade Fire, y quizás por eso «Everything Now», co-producida en el álbum por el daftpunkiano Thomas Bangalter, suena en directo más orgánica y acústica, menos «disco» de lo que a priori podría parecer. Salieron al campo a ganar, y lo demostraron acercándose al público en todo momento y encadenando tres temazos de su repertorio como son «Neighborhood #3 (Power Out)», «Rebellion (Lies)» o la maravillosa «No Cars Go» con todos los asistentes coreando los «uoh-uoh’s» finales. La banda recordó su primera vez en el festival y agradeció la calurosa acogida del público portugués. Win Butler recordó también a la recientemente fallecida Aretha Franklin.
Con «Electric Blue» llegó el momento del protagonismo de Régine Chassagne y sus estilismos llenos de lentejuelas y brillos imposibles. Un momento que acabó con sorpresa cuando Régine se bajó del escenario, pareciendo que se dirigía al público, y volvió a aparecer bailando sobre la plataforma de control de sonido y cámaras, justo en el centro del auditorio. A «Put Your Money On Me» le faltó un pelín de intensidad, a lo que no ayudó la posterior «Cars and Telephones», un viejo tema del grupo no publicado en disco ni EP.
Win Butler dedicaba a Donald Trump «Intervention», remontando el vuelo definitivamente con «The Suburbs», que incluyó proyecciones del videoclip dirigido por Spike Jonze. El revulsivo definitivo fue «Ready to Start», con doble batería con Chassagne, uno de los temás más potentes de los canadienses, que puso de nuevo al público a saltar y bailar.
Régine Chassagne volvía a primera fila para «Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)», volviendo a dar un toque naïf a la épica rock de la banda. La recta final abría con una estupenda «Reflektor» que convertía Paredes de Coura en una gigantesca pista de baile, seguida de la emocionante «Afterlife» (¿acaso no es la «Sympathy for the Devil» personal de la banda?) que incluía guiños al himno de LCD Soundsystem «All My Friends». Cerraría el concierto la bailable «Creature Comfort» justo antes del bis.
No se hicieron de rogar. Pocos minutos tardaron en volver para un bis que todos conocíamos de antemano y que empezó con «Everything Now (continued)», la versión acústica y coreada del tema que da título a su último álbum. La guinda del pastel era, cómo no, «Wake Up», coreada por 27000 voces emocionadas incluso después de que acabase la música, con los canadienses cantando con el público. Un poco surrealista ese final con Win Butler invitando a cantar el «chup chup» del «Walk On the Wild Side» de Lou Reed, que sonó mientras abandonaban el escenario después de hora y media de concierto.
Mientras nos íbamos marchando entre la masa, comenzaba a sonar «All My Friends» de LCD Soundsystem, convertida ya en himno no oficial del festival, mientras llovía confetti y cintas de colores y se proyectaba el vídeo resumen de esta nueva edición del festival.
El de Arcade Fire ha sido uno de los conciertos más memorables de la historia del festival. El Vodafone Paredes de Coura tiene algo especial. No es sólo el maravilloso entorno, también es la organización, el público, las ganas y la química que surge con los artistas. Decían Arcade Fire que conocían un lugar dónde no iban los coches, entre el click de la luz y el comienzo del sueño. Ese lugar se llama Paredes de Coura.