Björk, Cidade da Cultura, Santiago de Compostela, 22-06-12
Todos los raros fuimos al concierto… Parafraseando la canción de Love of Lesbian podríamos comenzar esta crónica. El único concierto de Björk en España (y Portugal) comenzó con incertidumbre para acabar teniendo menos repercusión mediática de la esperada. Con incertidumbre porque esa misma mañana, la Fundación Cidade da Cultura decía que las entradas estaban prácticamente agotadas (más de 6000 vendidas y unas pocas entradas disponibles en taquilla), cuando la realidad era que seguía habiendo bastantes entradas en taquilla y que el público llegó a unas 5000 personas según varios medios de comunicación.
La repercusión del concierto en los medios también ha sido escasa, debido en parte a la negativa de Björk de ser fotografiada o filmada en el espectáculo. De hecho, se pedía por las pantallas antes del concierto que no se hiciesen fotos, ya que esto «distraía» a la artista (yo «robé» las que pude desde mi posición, como muchos otros).
Era el gran concierto del año en Galicia, pero quizás las recientes cancelaciones de la islandesa, la falta de información sobre las condiciones del recinto y la competencia a nivel nacional del Día de la Música celebrado en Madrid y los conciertos de Portishead en Barcelona congregaron a un número de personas muy inferior al esperado.
No hubo problemas para llegar hasta el monte Gaiás. Ni con el aparcamiento, ni para conseguir entradas los que todavía no las tenían. Tampoco hubo largas esperas en las colas de acceso al recinto a eso de las 19:30. La mayoría de la gente decidió acudir a la hora del concierto (la fotografía que se muestra arriba da cuenta de la afluencia de público a las 21:30, una hora antes del inicio del espectáculo), y muchos usaron el transporte público para llegar a la Cidade da Cultura.
El escenario no daba lugar a sorpresas. Semejante a los que se montan habitualmente en el Monte do Gozo, se ubicaba en el centro de la plaza exterior del complejo. Sólo había un inconveniente con el que no contamos hasta que arrancó el concierto: la explanada no tenía desnivel.
Puntual a la cita, Björk salía al escenario a las 22:30. El coro islandés Graduale Nobili, compuesto por 13 chicas, era el primero en salir al escenario seguido poco después por la propia artista. Björk comenzó, como era de esperar con un tema de su último disco, «Biophilia». «Cosmogony» era la primera canción que sonó en el monte Gaiás, acompañada de las proyecciones que se incluían en las aplicaciones para dispositivos móviles que fueron diseñadas para las canciones de «Biophilia». En ese momento comprobamos que en las pantallas dispuestas a ambos lados del escenario se veían las proyecciones pero no imágenes de la artista, con lo cual el público que estaba más atrás o tenía la mala suerte de medir como Björk y no como Pau Gasol tenía que hacer verdaderos esfuerzos para ver a la artista.
Fue un alivio comprobar cómo uno de sus temas más conocidos, «Hunter», sonaba apenas comenzar el concierto. Para todos los que nos ha dejado un poco fríos su último disco, pintaba bien que la islandesa fuese a recuperar parte de su repertorio más conocido.
Con «Thunderbolt» entró en escena ese extraño aparato diseñado por Nikola Tesla hace más de un siglo y que produce descargas eléctricas que quedan espectaculares sobre el escenario. La puesta en escena no defraudaba y Björk, como era de esperar, apenas se dirigió al público para decir «gracias» o «qué pasa» en español.
Siguieron sonando temas de «Biophilia» como «Crystalline», «Moon» o «Virus», pero sin duda canciones como «Isobel», «Hidden Place» o «Jóga» fueron las más esperadas por el público. Apenas hubo más concesiones al repertorio anterior de Björk, exceptuando la balada «Unravel» y «Pagan Poetry», que acabó con el público coreando «I Love Him» junto a la artista.
«Mutual Core», de su último disco, cerraba el concierto después de las presentaciones pertinentes de los dos músicos y el coro que acompañaba a Björk.
Toda la pirotecnia desplegada en los últimos temas tuvo que ser bien apagada por su equipo técnico antes de dar paso al bis. Un bis muy breve que consistió en apenas dos canciones: «One Day», de «Debut», y «Declare Independence», cierre habitual en sus últimos conciertos y que acabó con los presentes alzando los brazos y coreando «higher, higher!».
Hay que reconocer que el lugar se adaptó al concierto mejor de lo esperado, e incluso demuestra que la Cidade da Cultura podría acoger más eventos de esta envergadura, pero la realidad se me antoja que será bien distinta. Lo más probable es que no se vayan a producir más conciertos así en la plaza exterior del Gaiás y que todo se quede en la anécdota histórica de «una vez trajimos a Björk», aunque ojalá me equivoque.
Puede que no haya sido el concierto del año, pero lo cierto es que asistir a un concierto de Björk es una de esas cosas que podremos contar a nuestros nietos. Yo, desde luego, ya puedo añadir una muesca más en mi lista.
Fotos: Juanjo Conde
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Vídeo de BjörkVolumen.