Bodas de Oro: The Beatles – The Beatles («The White Album») (1968)
Uno de los trabajos más aclamados del cuarteto de Liverpool cumple hoy ni más ni menos que 50 años. Un 22 de noviembre de 1968 se publicaba «The Beatles», también conocido como «The White Album», un doble álbum en el que The Beatles volvían a demostrar, una vez más, el talento de una de las mejores bandas de la historia de la música (te pueden gustar o no, pero la calidad de su trabajo y su influencia en toda la música que vendría después es completamente innegable).
Pongámonos primero en antecedentes. El cuarteto había publicado apenas un año antes una de sus obras maestras, «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band» (1967), al que el pasado año recordábamos en su 50 aniversario. Ya habían dejado de tocar en directo, pero su éxito seguía siendo planetario. «Sgt. Pepper’s…» llevaba 27 semanas (o lo que es lo mismo, casi 7 meses) en el número 1 de las listas de ventas. En ese escenario, probablemente influidos por la experiencia previa de George Harrison en la India, el grupo decidió marcharse en febrero de retiro espiritual a la India para seguir un curso de meditación trascendental con el gurú Maharishi Mahesh Yogi. Sin embargo, no a todos les gustó por igual la experiencia. Ringo Starr fue el primero en marcharse, apenas un par de semanas después de que comenzase. McCartney estuvo más tiempo, pero fueron Lennon y Harrison los que se quedaron hasta abril. Meditación quizás no hiciesen mucha, pero aprovecharon el tiempo para componer allí algunas de sus mejores canciones, al tiempo que Harrison se descubría también como gran compositor (suyas son «While My Guitar Gently Weeps» o «Piggies», por ejemplo). Acabarían componiendo alrededor de 40 canciones, de las que 30 acabaron formando este doble álbum.
Pero aquel momento de paz y tranquilidad pronto se fue al traste en el estudio. Por aquel entonces, el cuarteto de Liverpool había amasado tal fortuna que podían permitirse reservar los estudios Abbey Road durante meses o incluso fundar su propia empresa, Apple Corps. Los propios Beatles decidieron ponerse al frente de la compañía, y aquello fue un completo desastre. Un anuncio de NME buscando nuevos músicos para Apple Corps llevo a las oficinas de la empresa a todo tipo de artistas, como si de un talent show se tratase. Muchos de ellos recibieron dinero y jamás volvieron a saber de ellos. No fueron los únicos. La ausencia y la incapacidad del cuarteto para manejarse como empresarios dejó barra libre a los empleados, que se gastaron verdaderas fortunas en drogas, alcohol, llamadas internacionales o comidas en los restaurantes más caros de Londres. Con todo, Apple Corps fue elegida mejor nueva compañía discográfica del año 1968, en parte gracias al éxito de «The White Album» y la película «Yellow Submarine».
Como decía antes, el bienestar económico de los Beatles les permitía trabajar sin prisas, de modo que decidieron hacer las cosas de otra manera. Grababan los ensayos y después elegían la mejor toma. Pero no hablamos de un par de ensayos, tres o cuatro. «Not Guilty», canción de Harrison que acabó descartada, fue grabada durante 102 tomas, así que imaginaos la cantidad de veces que repitieron las canciones que sí fueron en el álbum.
Dicen que la presencia de Yoko Ono, que Lennon llevó al estudio el primer día de grabación, rompió la frágil consistencia de la banda. Nunca habían llevado a sus parejas al estudio, por lo que el resto del grupo, con McCartney especialmente incómodo por la presencia de Ono, decidió también hacerlo. La tensión era tal que Ringo Starr, harto de ser ninguneado en el grupo y criticado por McCartney, decidió abandonar la grabación mientras tocaban «Back in the U.S.S.R.», canción que finalmente abre el disco. Tanto es así que Harrison, Lennon y McCartney acabaron tocando la batería por separado y juntaron todos esos trozos en una pista única. Starr realmente no toca la batería en esa canción.
De hecho, de las 30 canciones del disco, sólo en 16 tocan los cuatro miembros. Queda claro que la grabación marcó un punto y aparte para la banda. Lennon llegó a decir «puede oírse nuestra ruptura en ese álbum». Con todo, «The White Album» contiene algunas de las mejores canciones del grupo.
«Helter Skelter», entre las canciones más rockeras del grupo, surgió a raíz de las jam sessions del grupo, mientras que «Back in the U.S.S.R.» fue concebida como una respuesta a «Back in the U.S.A.» de Chuck Berry, con coros a lo Beach Boys y el sonido de un avión despegando y aterrizando de fondo. «Ob-La-Di, Ob-La-Da», que acabó siendo odiada especialmente por McCartney (se acabó descartando la versión más trabajada por él y reemplazada por otra grabación previa), recuerda a los primeros Beatles, siendo quizás la más alegre del disco. La sencilla y preciosa «Blackbird» se limita a McCartney con una guitarra acústica y un metrónomo sonando como percusión, y «Mother Nature’s Son» va en la misma onda, destacando el talento de McCartney en solitario.
«Happiness Is a Warm Gun», una maravilla surgida de la portada de una revista y que fue de las pocas que reunió a todo la banda para tocar como lo solían hacer años antes, ensayando y repitiendo hasta encontrar el tono adecuado. Harrison y McCartney reconocerían después que era una de sus favoritas en el álbum. Tampoco podemos olvidar «Revolution 1», que parece tocada a una velocidad más lenta de lo habitual, y con coros que de nuevo recuerdan a la banda de Brian Wilson. «Dear Prudence» está inspirada en una hermana de Mia Farrow, Prudence Farrow, que asistió también a las sesiones de meditación de The Beatles en la India, mientras que «Sexy Sadie» está inspirada en una supuesta historia sobre el Maharishi Mahesh Yogi con Mia Farrow.
George Harrison en solitario aportó 4 canciones. Destaca especialmente «While My Guitar Gently Weeps», cantada por Lennon, en la que Harrison capturaba el momento especialmente crítico de la banda tras su regreso de la India y «Piggies», que estaba inspirada en la «Rebelión en la Granja» escrita por George Orwell y criticaba ya entonces el consumismo y el clasismo en la sociedad.
Cincuenta años después, el álbum homónimo de The Beatles sigue siendo un referente. No es el más accesible (ahí tenemos la experimental «Revolution 9» de más de 8 minutos) y tampoco el más redondo de sus trabajos (cada tema es distinto y no hay una coherencia marcada ni en las letras ni en la música), pero sigue siendo un espejo donde se miran miles de bandas y donde podemos encontrar influencias que han llegado a nuestros días. Pero cualquier día es bueno para escuchar a The Beatles, y qué suerte para quién aún puede escucharlos por primera vez y saber lo que se siente.