Emmy the Great, Auditorio Municipal, Vigo, 28-01-12
Ya os había comentado (y me reafirmo en ello) que Vigo se perfilaba como ciudad ideal para convertirse en la conexión musical gallega con el resto del mundo. En primer lugar, por su situación próxima a Portugal, en segundo lugar, por su gran cantidad de salas y auditorios, y en tercer lugar, y no menos importante, porque hay un público que demanda propuestas musicales diferentes y acude a ellas.
Tanto es así, que la gente de a pie se lía cuando uno le pregunta dónde queda el auditorio y no sabe si te refieres al Auditorio – Palacio de Congresos do Mar, al Auditorio Novacaixagalicia o al Auditorio Municipal.
La actuación de Emmy the Great, detrás de la cual estaban la promotora Coconut Producciones y Son Estrella Galicia, consiguió llenar el patio de butacas. Lo que sorprendía (al menos a mí) era la total falta de medios de comunicación presentes en la sala. Ni un solo fotógrafo para ya no digamos una reseña completa, pero sí al menos una mención de un párrafo con foto en el diario de la ciudad. Ni eso. Creo que hasta a Emma le resultó extraño.
Con un retraso de casi media hora sobre lo previsto (ahora tengo que soltar la frase de siempre: en el resto de Europa no pasa esto, y es que es totalmente cierto), esperábamos a Emmy no ya como magnífica, sino como maja a secas. Vestida con una camiseta de Iron Maiden (quien nos iba a decir que las camisetas metaleras se pondrían de moda entre las chicas guapas), Emma salió al escenario con una guitarra gris brillante. Venía a presentarnos «Virtue», su segundo álbum, en el que se basó gran parte del concierto. Canciones como «Paper Forest (In the Afterglow of Rapture» o «Dinosaur Sex», por nombrar sólo algunas, destacaban por la dulce voz de Emmy. Es cierto también que quizás se echaba de menos una batería, pero la actual formación de Emmy the Great en forma de trío supo suplir ese tipo de carencias con algunas percusiones.
Emma se hizo con el público bastante rápido, bromeando entre canciones sobre su maquillaje perdido, su bostezo convertido en «jingle» de una emisora de radio española o la falta de romanticismo viguesa (nadie se encontraba en medio de una cita amorosa en el patio de butacas). Otro de los momentos más divertidos de la velada tuvo lugar cuando empezó a sonar un zumbido en el escenario y Emma se puso a desconectar todos los instrumentos del escenario para dar con el culpable (al final se dio por vencida). Poco nos importó a los presentes el pequeño y distante zumbido.
Es de justicia también reconocer que las más esperadas fueron las canciones de su primer disco. Temas como «We Almost Had a Baby», «On the Museum Island» o «First Love», ya han dejado en sus seguidores el poso que sólo el tiempo pone de manifiesto.
Después de una hora de concierto, 2 ó 3 canciones en los bises y una tímida despedida de Emma sobre el escenario.
Tanto es así, que la gente de a pie se lía cuando uno le pregunta dónde queda el auditorio y no sabe si te refieres al Auditorio – Palacio de Congresos do Mar, al Auditorio Novacaixagalicia o al Auditorio Municipal.
La actuación de Emmy the Great, detrás de la cual estaban la promotora Coconut Producciones y Son Estrella Galicia, consiguió llenar el patio de butacas. Lo que sorprendía (al menos a mí) era la total falta de medios de comunicación presentes en la sala. Ni un solo fotógrafo para ya no digamos una reseña completa, pero sí al menos una mención de un párrafo con foto en el diario de la ciudad. Ni eso. Creo que hasta a Emma le resultó extraño.
Con un retraso de casi media hora sobre lo previsto (ahora tengo que soltar la frase de siempre: en el resto de Europa no pasa esto, y es que es totalmente cierto), esperábamos a Emmy no ya como magnífica, sino como maja a secas. Vestida con una camiseta de Iron Maiden (quien nos iba a decir que las camisetas metaleras se pondrían de moda entre las chicas guapas), Emma salió al escenario con una guitarra gris brillante. Venía a presentarnos «Virtue», su segundo álbum, en el que se basó gran parte del concierto. Canciones como «Paper Forest (In the Afterglow of Rapture» o «Dinosaur Sex», por nombrar sólo algunas, destacaban por la dulce voz de Emmy. Es cierto también que quizás se echaba de menos una batería, pero la actual formación de Emmy the Great en forma de trío supo suplir ese tipo de carencias con algunas percusiones.
Emma se hizo con el público bastante rápido, bromeando entre canciones sobre su maquillaje perdido, su bostezo convertido en «jingle» de una emisora de radio española o la falta de romanticismo viguesa (nadie se encontraba en medio de una cita amorosa en el patio de butacas). Otro de los momentos más divertidos de la velada tuvo lugar cuando empezó a sonar un zumbido en el escenario y Emma se puso a desconectar todos los instrumentos del escenario para dar con el culpable (al final se dio por vencida). Poco nos importó a los presentes el pequeño y distante zumbido.
Es de justicia también reconocer que las más esperadas fueron las canciones de su primer disco. Temas como «We Almost Had a Baby», «On the Museum Island» o «First Love», ya han dejado en sus seguidores el poso que sólo el tiempo pone de manifiesto.
Después de una hora de concierto, 2 ó 3 canciones en los bises y una tímida despedida de Emma sobre el escenario.
Se sigue demostrando que Vigo cumple las condiciones para convertirse en una Oporto galaica en cuanto a dinamización cultural, ahora sólo falta que las autoridades pertinentes, promotoras y responsables de salas impulsen cada vez más conciertos que no podríamos ver de ninguna otra manera. El público ya ha respondido.
umm, pues yo tengo la sensación de que en Santiago la gente va más a los conciertos, la verdad. Sobre todo para los grupillos, no grupazos, a esos va a verlos siempre gente. Pero bueno, me gusta el optimismo que tienes, ojalá que sea así :p
Es posible, pero los últimos conciertos vigueses a los que he ido (Jay-Jay Johanson, Patrick Wolf o este mismo) me dan la sensación de que hay un público fiel, digamos, en el sector indie. En Santiago quizás he ido a menos conciertos para decirlo, pero tampoco es que en Santiago haya un circuito de salas con programación propia, ¿no? Porque quitando la Capitol, que va haciendo su programación en función de las promotoras que alquilen la sala, no hay tanto como en Vigo (La Iguana, Mondo Club, La Fábrica de Chocolate…). Además, yo creo que la situación cercana a Portugal favorece y hay que explotarla. Si algún día me forro, me comprometo a montar conciertos. Y que se mantenga el Vigo Transforma, leñe!!