Si algo he llegado a aprender con los años en cuanto a películas, libros o discos, es que todos, sin excepción, valoramos lo que vemos, leemos o escuchamos según una serie de expectativas. Por ejemplo, si nos han defraudado discos como «The King of Limbs», de Radiohead, o
«The 2nd Law», de Muse, es porque nuestras expectativas eran enormes (al margen de que puedan ser mejores o peores álbumes, que yo me decantaría por ésto último). Esto también puede sucedernos con una banda debutante, lo que se ha dado en llamar en nuestros días el «hype», y que se conoce como ese grupo o artista que parece que va a petarlo todo y del que oímos hablar día tras día y que, llegado su disco, resulta que no era para tanto o que, simplemente, no ha sabido satisfacer nuestras enormes expectativas.
Habiendo dejado esto bien claro, «Holy Fire» es un buen disco, pero no ha cumplido mis expectativas. Y si esto ha sucedido la culpa la tiene el segundo álbum de
Foals,
«Total Life Forever» (2010). Un trabajo sin fisuras, con una perfección y una riqueza sonora abrumadoras y repleto de canciones emocionantes y arriesgadas.
Haber escogido «Inhaler» como primer single delata la intención del grupo de despistarnos. Esos toques casi nu-metaleros del estribillo y ese aire Deftones de la canción nos hicieron pensar que la banda de Oxford iba a dar un paso más hacia delante y arriesgar en su tercer disco. Nada más lejos de la realidad. En «Holy Fire» podemos encontrar buenas canciones, pero sorpresas, pocas.
El álbum empieza bastante bien. «Prelude», un tema casi instrumental y de precisión matemática, da paso, a continuación, a los dos singles que anticiparon el disco, el antes mencionado «Inhaler», con Yannis Philippakis cantando en falsete mientras la banda juega a convertir el nu-metal en un género indie, y la funky y muy bailable «My Number», otro de los grandes aciertos del disco. «Bad Habit» nos muestra el lado más amable de la banda, con Philippakis poniéndose romántico y reconociendo ser un «mal hábito», alguien que no te conviene. Con «Everytime» repiten temática más o menos amorosa, aunque un poco más rockeros.
Es de recibo admitir que «Late Night» son palabras mayores. Un tema oscuro, intenso. Un lamento en medio de la noche que va subiendo en intensidad y en el que Yannis se exhibe con su guitarra. «Out in the Woods» puede recordar más a su primer álbum, mientras que «Milk & Black Spiders» posee también esa extraña belleza que tenían las canciones de «Total Life Forever». Precisión casi matemática en los instrumentos, creciente intensidad y una emoción muy calculada, marcas ya de la casa.
Quizás son las tres canciones que le siguen las que, a mí particularmente, me ensombrecen un poco el conjunto. «Providence» acaba por convencerme, pero sin embargo las minimalistas «Stepson» y «Moon» con las que termina el disco no acaban de emocionarme. Entre otras cosas, porque el apoteósico final de su anterior disco con «What Remains», deja a éste en un segundo puesto.
Pero no os equivoquéis, «Holy Fire» es un gran disco, de lo mejor que nos ha llegado en lo que llevamos de año. Para mí no tan grande como «Total Life Forever», pero muy bueno. Es lo malo de poner en tan elevada posición cualquier álbum de un artista, las comparaciones serán siempre odiosas.