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Leonard Cohen, en Vigo y en directo

Las entradas se habían agotado en un suspiro. La oportunidad única de ver a una leyenda viva de la música al módico precio de 18 euros (recordemos que en su gira se están llegando a pagar incluso 400 euros por entrada), hizo que sólo unos pocos (menos de 2000 entradas se pusieron a la venta) consiguieran su lugar en el foso cerca de su idolatrado artista (aunque durante el evento se vieron unas 100 butacas vacías, seguramente de esas regaladas a gente «importante» que luego ni siquiera se digna a ir). Sin embargo, lo bueno de Castrelos es que ofrece segundas oportunidades. Así pues, todo el mundo aprovechó para buscarse un hueco en las gradas de Castrelos desde primera hora de la tarde. He de confesar que no soy devoto del señor Cohen, pero el artista es de los que ganan enteros y adeptos con cada concierto, y después del pasado jueves ya me ha ganado.
Con un lleno absoluto y una puntualidad británica, Leonard Cohen y sus músicos salieron a escena a las 22:00 de la noche. Todos nos sabíamos el setlist que el artista tocaría en Vigo (hay pocas variaciones en este tour que está ofreciendo), pero poco importaba que hubiese mínimas sorpresas en ese aspecto. Cohen arrancó entre aplausos con «Dance Me to the End of Love» (mientras sus coristas sorprendían dando una pirueta digna de «Fama»), a la que seguirían, entre otras, «The Future», «Ain’t No Cure for Love», «Bird On the Wire», «In My Secret Life» o «Everybody Knows». Un sonido impecable y un público en silencio absoluto sólo roto por los aplausos entre canción y canción contribuyeron para conformar un espectáculo que iba a ser irrepetible. Como dijo el propio cantante, «prometemos darles todo lo que tenemos». Fue entonces cuando uno de los músicos, español, interpretó un solo a la bandurria arrancando aplausos del público, al que seguiría «Who By Fire».

A la hora y cuarto de concierto, el artista anunciaba un merecido descanso de entre 15 y 20 minutos en los que todos aprovechamos para estirar las piernas. Tras un tema interpretado por Sharon Robinson, corista y co-escritora de muchos de los temas de Leonard, en el que destacó su magnífica voz y el saber hacer que todos los grandes músicos que acompañaban al señor Cohen venían demostrando, llegaba el turno de los clásicos. Entre aplausos ensordecedores, comenzó a sonar «Suzanne», uno de sus temas más míticos. Pero no menos emociones despertó el «Hallelujah», que sonaría más tarde de manera celestial y que humedeció muchos de los ojos que observaban al cantante. «I’m Your Man» y «Take This Waltz», con el público en pie, daban paso a la despedida de Cohen dando brincos por el escenario. Sin hacerse mucho de rogar, llegaron los bises. «So Long, Marianne» dió paso a «First We Take Manhattan», cuando todos prometimos que, junto a Cohen, tomaríamos Berlín. Ya nadie quería permanecer sentado. Con todo el auditorio en pie, sonaron «Sisters of Mercy», «If It Be Your Will» o «Closing Time».

Todos los músicos (que habían sido presentados al menos 3 ocasiones durante el concierto por Leonard Cohen) dejaron sus instrumentos y se reunieron con Cohen para interpretar un último tema «a capella» que ponía el broche a 3 horas de espectacular directo. Un entregado y agradecido Leonard se despedía dando «gracias por mantener estas canciones vivas». No, Leonard, gracias a ti por escribirlas y seguir cantándolas.

Más fotos del concierto aquí

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