Todo tiene un principio y un fin. Toca cerrar este capítulo de nuestros discos favoritos de 2012 y desvelar ya por completo nuestras debilidades discográficas durante los últimos 12 meses.
Ayer desvelaba su alineación titular (sus once favoritos)
I am David Crespo. Uno de ellos,
«Gossamer», de Passion Pit, hubiese entrado en mi once titular (de hecho les hubiese colocado en el tercer o cuarto puesto, pero dado que ya lo ha mencionado mi compañero, no lo incluiré en mi lista.
– Mención de honor –
Puede parecer que Franz Ferdinand han estado parados desde que en 2009 publicasen «Tonight: Franz Ferdinand», pero lo cierto es que mientras esperamos ese cuarto álbum que no llega, Alex Kapranos, su líder, ha producido el debut de estos chicos británicos. Su mano se nota en la producción de temas como «Reptile», «True Romance» o «I’m in Love with Your Girlfriend» en uno de los discos más disfrutables que nos ha dejado 2012. Sin preocupaciones, sin tristezas y con el simple, y al mismo tiempo, complejo afán de divertirnos y hacernos bailar con su pop contagioso,
Citizens! se erigen como la banda perfecta para los que echamos de menos al cuarteto de Kapranos y queremos dejar atrás nuestras preocupaciones durante poco más de media hora. Como ellos mismos dicen, «Let’s Go All the Way»!
Luis Albert Segura lo ha vuelto a hacer. Su anterior trabajo,
«Heavenly Hell» (2009), ya dejó claro que
L.A. no se parecía a ninguna otra banda del panorama nacional. Con el EP «SLNT FLM», L.A. nos dan una nueva lección de rock fronterizo y con un marcado acento norteamericano. Seis temazos como la pegadiza «Over and Over», la nostálgica «Do You Wanna Dance with Me Again Next Summer», la emocionante «Hangin’ On a Wire» o ese himno al fugaz paso del tiempo que es «Older», que no puedo dejar de imaginarme algún día como dueto entre Luis Albert y Bruce Springsteen. Los norteamericanos tendrán al Boss, pero nosotros tenemos a L.A. Aunque muchos no quieran reconocerlo, hay vida más allá del indie en España.
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Lo de Ramón Rodríguez no es normal. Apenas un año después de entregarnos el magnífico
«Libre Asociación»,
The New Raemon vuelve con un trabajo que refleja a la perfección el desasosiego y el pesimismo que atraviesa la sociedad española. Y todo ello sin mencionar palabras como crisis, paro o desahucio y esquivando hábilmente esa palabra maldita en la que muchos suelen caer en nuestro país a la hora de hablar de los males de nuestra sociedad, «cantautor». «Risas Enlatadas», «Tinieblas, por Fin» o «La Ofensa» son canciones con las que un servidor no puede dejar de sentirse identificado y que plasman la oscura etapa que nos ha tocado vivir. Aún así, Raemon saca pecho y consigue un himno como «Marathon Man», que deberíamos ponernos cada día antes de salir a la calle para enfrentarnos al mundo. Grande, muy grande.
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Con U2 ausentes y Coldplay entregándonos el más mediocre de sus trabajos,
The Temper Trap han conseguido con su segundo trabajo lograr el mejor álbum de rock-pop de estadio del año. Tanto es así, que después de escuchar temones como «Rabbit Hole» o «Trembling Hands», Chris Martin no dudó en ficharles para que les acompañasen en su gira mundial. En su contra tenían aquel «Sweet Disposition» con el que algunos los tacharon de
one hit wonders, pero los australianos han conseguido rozar el cielo con un disco magnífico que tan pronto rinde tributo a los 80 («Need Your Love») como se vuelve reivindicativo («London’s Burning») o nos pone las emociones a flor de piel («The Sea Is Calling». Llenarán estadios, tenedlo por seguro.
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Si Thom Yorke se pidiese una excedencia y fuese sustituido por
Finley Quaye, el resultado sería algo parecido a lo que hacen
Alt-J. Elevados a los puestos más altos prácticamente en todas las listas de la prensa especializada, estos jóvenes británicos han conseguido cautivar al público con su álbum de debut, una de las propuestas más originales del 2012. «Something Good», «Breezeblocks», «Fitzpleasure» o «Tessellate» suenan como algo nuevo, diferente, una mezcla de estilos sobre la que su vocalista Joe Newman hace malabarismos con su personalísima voz. Una buena muestra de que en la música, como en el resto de las artes, no todo está ya inventado.
Pues si Alt-J te parecen raros, deberías conocer a
Apparatjik. Una de las bandas más marcianas que he escuchado el pasado año, y tras la que se esconden un ex-miembro de A-HA, el cantante de la banda danesa
Mew o el bajista de Coldplay. Un supergrupo en la línea de Gorillaz que, precisamente porque sus miembros no tienen nada que demostrar, nos entregan un disco que experimenta con la electrónica y el pop de la manera más divertida posible. No podrás dejar de bailar con «Combat Disco Music» (esos
uh-ha a lo Chimo Bayo son indescriptibles), «Cervux Sequential», «Signs of Waking Up» o «Your Voice Need Subtitles». Sorprendente, fresco, divertido y 100% disfrutable, «Square Peg in a Round Hole» demuestra que, además de ser unos cachondos musicalmente hablando, sus miembros son unos auténticos perfeccionistas (han llegado a producir las canciones con ayuda de sus fans hasta llegar a 10 versiones distintas del disco antes de publicarlo finalmente). Probablemente lo más original (y desconocido) que se ha editado en 2012.
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Reputado compositor de canciones para gente como Beyoncé o Justin Bieber, entre otros,
Frank Ocean comenzó a destacar como el artista invitado que cantaba en «No Church in the Wild», de Jay-Z y Kanye West. Precisamente a este último es a quien recuerda el talento de Ocean. Un soplo de aire fresco para el R&B con canciones como «Thinkin’ ‘Bout You», la sensual «Lost» o esa pasada que es «Pyramids» (una canción de casi 10 minutos que recuerda un poco a «Runaway» de Kanye y que empieza en subidón para ir bajando de revoluciones progresivamente). Eso por no mencionar la redención soul de «Bad Religion», el blues post-moderno de «Pink Matter» o esa canción dedicada al personaje al que dio vida Tom Hanks, «Forrest Gump». Si pensabas que no podía haber un sucesor de
«My Beautiful Dark Twisted Fantasy», te equivocabas.
Si con «Tourist History» (2010) nos pusieron a bailar a más de uno con «What You Know» o «Something Good Can Work», ahora estos jovencitos irlandeses han conseguido madurar su sonido sin perder un ápice de personalidad. Así lo demuestran
hits incontestables como «Handshake», «Sleep Alone», «Settle» o «Sun», por citar sólo algunos. Imposible dejar de bailar con el ritmillo de «The World Is Watching» o «Spring». Más arriesgadas resultan «Pyramid» o «Beacon», un cierre bastante tranquilo que va creciendo en intensidad hasta llegar a un final perfecto prometiendo volver a casa (
…I’m coming home…). Han optado por crecer en lugar de repetir la lección al dedillo, por mucho que se la supiesen. Y nosotros se lo agradecemos, de verdad.
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3.
Beach House – Bloom
Si todos los medios musicales, sin apenas excepciones, coinciden en señalar «Bloom» como uno de los mejores discos del año, por algo será. Para todos aquellos a los que el dream pop de «Hurry Up, We’re Dreaming» de M83 no acabó de llenarnos, «Bloom» nos ofrece la posibilidad de resarcirnos. Desde ese inicio inmejorable que es «Myth» pasando por «Lazuli», «Wild» o «New Year», por mencionar sólo algunos temas, Beach House nos sumergen en un sueño nostálgico en el que nos arropa la susurrada voz de Victoria Legrand. Enormes melodías de pop ensoñador que nos sirven para escaparnos del ruidoso mundo real y soñar despiertos por un rato. Tiene todo lo que necesita un disco para convertirse en un clásico, y a buen seguro que lo será.
2. Fiona Apple – The Idler Wheel Is Wiser…
Siete años pueden parecer una larga espera para cualquiera, pero lo cierto es que cuando se trata de Fiona Apple, no nos importa esperar. Ya nos tiene acostumbrados a esos títulos interminables (recordad «When the Pawn…») y también nos ha habituado a que esperemos lo mejor con cada nuevo trabajo. Y es que esta cuarta entrega de la norteamericana es de nuevo un álbum impecable. Una joya en la que la artista vuelve a dar en el clavo hablando sobre sus luchas interiores («Every Single Night»), amores imposibles («Werewolf») o las contradicciones de estar en pareja y querer estar sola al mismo tiempo («Left Alone»). Todo ello empleando instrumentos de toda la vida y con la magia que caracteriza a su música. Hablando en plata, un maldito clásico. Leer reseña completa del disco
1. Ellie Goulding – Halcyon
Hay discos que divierten, discos que entretienen, discos que emocionan, discos que nos hacen bailar, pero tan sólo son unos pocos los que nos marcan. Nos eligen a nosotros y no al revés. Podría daros mil razones por las que «Halcyon» es mi disco favorito de 2012 y, aún así, no podría explicaros porque lo amo. La británica Ellie Goulding ha dado lo mejor de sí misma, nos ha enseñado sus entrañas y ha demostrado su asombroso potencial en estas 12 canciones. Nada tiene que envidiar a Florence Welch o a Adele y hay una característica que la diferencia de ellas. No tiene miedo a experimentar. Puede atreverse con obsesivas y oscuras percusiones en «Don’t Say a Word», jugar con el dubstep en «Figure 8» o marcarse luminosos himnos pop para el nuevo siglo en «Anything Could Happen». Dudo que haya otra cantante capaz de hilar tan fino esa mezcla de fragilidad y fuerza que Ellie muestra en la alucinante «My Blood» o de atreverse con esos coros en plan «Alvin y las Ardillas» de «Only You». Por no mencionar tremendas baladas como «I Know You Care» o «Dead in the Water». «Halcyon» desprende además buen rollo por los cuatro costados, una visión positiva de la vida que se muestra en la canción que da título al álbum o en la belleza con la que plasma su búsqueda de un alma gemela en «Atlantis». Discos como éste son los que hacen que la vida merezca la pena, y es que uno no elige de quién se enamora.
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