Marés Vivas 2014 (19 de julio): Wandering Stars
También merece la pena remarcar que la guapísima Sofia Ribeiro volvió a desmontar ese falso mito de la portuguesa con bigote del que tanto uso siguen haciendo los cómicos españoles. Sí, sí, feísimas las portuguesas, vaya…
Los siguientes en pisar las tablas fueron dos de los locutores de Rádio Comercial, uno de los grandes patrocinadores e impulsores del festival. Siguen interpretando esa canción dedicada al festival con música de la sintonía de «Los Vigilantes de la Playa», pero lo que hicieron en esta ocasión fue lanzarse al público dentro de un cilindro de plástico transparente y una balsa de plástico, respectivamente. Una verdadera locura al estilo de The Flaming Lips (su cantante hace eso a veces dentro de una esfera de plástico) que llegó a buen puerto ayudada de las manos de todo el público.
Aunque la lluvia amenazó, finalmente sólo cayeron cuatro gotas aisladas durante el concierto. El pistoletazo de salida lo dieron las palabras en portugués que suenan al comienzo de «Silence», el impresionante tema que abría «Third». Geoff Barrow, desde las percusiones, controlaba que toda la banda sonase a la perfección (en directo, unas seis personas sobre el escenario). El final abrupto de la canción (tal y como sucede también en el disco) con Adrian Utley interrumpiendo el sonido de su guitarra, dejaba escuchar los primeros aplausos y ovaciones a la banda.
No tardó mucho en llegar la enorme «Mysterons», todo un clásico ya de la banda, para proseguir con «The Rip» y la preciosa animación que lo acompaña en directo de fondo (en el videoclip sólo veíamos parte de ella), y «Nylon Smile», ambas procedentes del álbum «Third».
Mención aparte merece ese momentazo que supone escuchar las primeras notas de «Sour Times» y corear junto a miles de personas el …‘cause nobody loves me/ it’s true/ not like you do… Uno de los momentos más brillantes del concierto, pero no el único, ya que le siguió la enorme «Magic Doors» y la canción más despojada de artificios de toda la noche. Beth Gibbons se hacía acompañar únicamente de Geoff Barrow con una guitarra acústica para interpretar otro clásico, «Wandering Star», que ponía la piel de gallina.
«Over» volvía a poner de relieve ese tono dramático y oscuro de la música de Portishead, para dar paso a la muy electrónica, ochentera y contagiosa «Chase the Tear», último single publicado hasta la fecha de la banda y no incluida en ninguno de sus discos. Una gozada esa sorpresa dentro de un repertorio impecable que incluyó la brutal «Machine Gun», acompañada de impactantes imágenes de explosiones nucleares y otras catástrofes provocadas por el ser humano.
Para rematar antes del bis, un trío ganador compuesto por un tema de cada uno de sus discos. «Cowboys», «Glory Box» y «Threads» pusieron el colofón al concierto.
No sabíamos si volverían para un bis (al fin y al cabo, en un festival no puedes contar con ello), pero sí lo hicieron. Nada menos que «Roads», una canción que nos sigue estremeciando 20 años después (y por mucho tiempo), y que resume perfectamente la esencia de Portishead y cómo es posible que sigan siendo una de las bandas más importantes de la música contemporánea. La puntilla la puso otra maravilla, «We Carry On», con Beth Gibbons bajándose finalmente del escenario para abrazar y dar la mano a las primeras filas del público.
Inmensos. Muy grandes. Un concierto inolvidable que, por otro lado, demostró porque Portugal sigue teniendo ese poder de atracción para las grandes bandas, sobre todo aquellas que no van en la dirección más mainstream. Frente a las 5000 personas que habían congregado en el Palacio de los Deportes de Madrid (y eso que no habían tocado antes en España), en el Marés Vivas el público estuvo entre las 20000 y las 25000 personas (muchos españoles también, claro). Tanto es así, que desplazarse tras el final del concierto era tarea prácticamente imposible.
Sabemos que después de Portishead no era necesario que saliesen más artistas al escenario, pero sí salió alguien más. Si hace dos años la que cerraba el festival era una chica blanca, rubia y soulera, este año también. Joss Stone, que no pegaba ni con cola con el resto del cartel, se subió al escenario mientras muchos tratábamos de movernos y comer algo por el recinto. Se mostró simpática y con ganas, aunque no sea santo de mi devoción, y cantó algunas de sus canciones más conocidas, entre ellas «You Had Me» o «Super Duper Love (Are You Diggin’ On Me?) Pt.1» que, curiosamente, es una versión de un artista de los 70 llamado Sugar Billy, si bien es ella quien la ha popularizado.
No menos curioso es averiguar, a posteriori, que Stone haya sido ni más ni menos que la quinta artista británica menor de 30 más rica del Reino Unido según el Sunday Times en 2012 (la número uno era Adele), y que sigue vendiendo discos como churros, aunque no en España, sí en países como Argentina, Holanda o Suiza, lugares donde su último disco estuvo en el top 5 de los más vendidos.
Aunque no enganchaba y no aportaba espectáculo, sonaba bien, pero con ver esa primera media hora de concierto nos bastó para emprender una retirada que nos llevó un buen rato. Así como llegamos a la entrada, no tuvimos más remedio que resguardarnos del chaparrón que empezó a caer, bajo la enorme carpa en la que pinchaban los dj’s.
Al final llovió, sí, pero el gran recuerdo de una noche inolvidable con Portishead no nos lo podrá borrar nadie. Marés Vivas, qué grande eres.