Marés Vivas TMN 2012 (21 de julio): Los suecos no sólo saben montar muebles, también montan fiestas
Sin duda, Almqvist es lo que hace que The Hives sean especiales. Pese a centrarse en «Lex Hives», cuyas canciones ocuparon la mitad del setlist, la banda supo ir dosificando sus éxitos como «Main Offender» o «Won’t Be Long». Uno de los momentazos del concierto llegó con una inesperada incorporación a la formación sueca que ni siquiera su protagonista se esperaba.
El afortunado espectador portaba consigo un cartel en el que pedía poder tocar al bajo «Hate to Say I Told You So» con The Hives. Y así fue. Almqvist paró en medio de su mayor hit, la anteriormente mencionada, y pidió al chico que subiese al escenario. Como un niño con zapatos nuevos, el inesperado protagonista se unió a la banda para tocar el bajo en «Hate to Say I Told You So», con todos los presentes botando y bailando.
El final llegó un par de temas después con «Tick Tick Boom», otro de sus éxitos planetarios, que incluyó el movimiento congelado de sus protagonistas en mitad del tema y bajo el clamor de un público entusiasmado.
Grandes. Sólo así se puede describir lo que The Hives hicieron sobre el escenario. Fueron merecidos triunfadores de la jornada en el festival y se ganaron el cariño y el respeto de todos los allí presentes. Chapeau.
Quedaban por tocar Anastacia y Pedro Abrunhosa, toda una institución en la música lusa, pero al día siguiente tocaba el regreso a tierras gallegas, así que optamos por ver sólo un poco de la actuación de Anastacia.
Estamos de acuerdo en que su nombre era, con mucho, el que menos pegaba en un cartel muy variado y para todos los gustos. Con todo, atrajo a un numeroso público, ya fuese por curiosidad, por sacarle el máximo rendimiento al abono o por su música, simplemente.
En lo poco que vimos, Anastacia hizo repaso a sus éxitos con canciones como «Why You’d Lie to Me», «Sick and Tired» o «Welcome to My Truth». Su puesta en escena tampoco era para tirar cohetes (la banda sobre el escenario y punto), así que después de oír «Sick and Tired» nos despedimos de Anastacia y del Marés Vivas.
El Marés Vivas es todo lo opuesto del Optimus Alive. No hay que estar desde las 5 de la tarde en el recinto ni te vas a perder a ningún grupo porque se pisen los escenarios, y eso es un punto a favor. También se da una cercanía al público impensable en el Optimus (lo de subir a un espectador e invitarlo a tocar con su banda favorita jamás sucederá en Algés), y resulta bastante fácil poder ver en condiciones (y no desde Cuenca) a cualquier grupo.
Por el otro lado está su precio (50 euros el abono anticipado, 60 en taquilla) más que atractivo y la variedad del cartel, que aunque pueda parecer incoherente, consigue llenar prácticamente todos los días el recinto. Por aquí ya han desfilado Placebo, Editors, Goldfrapp, The Prodigy, James, Ben Harper o Macy Gray, y por el momento el festival sigue creciendo.
Además, tiene ese toque de feria y fiesta popular que añade un toque kitsch al evento (si en próximas ediciones hay noria y un puesto de algodón de azúcar ya sería lo más).
Han sido diez días de festivales y probablemente no repita experiencia a corto plazo, pero ha valido la pena. Los dos grupos clave que quedaban en mi lista de conciertos imprescindibles, Radiohead y Garbage, ya los he podido tachar de mis sueños pendientes de realizar. Por supuesto, quedan muchos otros grupos que molaría ver y algunos que se antojan ya imposibles (¿volverás a cantar algún día, Bowie?), pero ningún sueño es irrealizable, ¿verdad?
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