NOS Primavera Sound (jueves 9 de junio)
A U.S. Girls no les beneficiaba en absoluto tocar a las 6 de la tarde (no eran las primeras en hacerlo, pero casi). El suyo fue ese concierto durante el que la gente va llegando progresivamente. Es evidente que a sólo dos personas, y sin instrumentos, el escenario NOS (el más importante del festival) se les quedaba grande. Meghan Remy tiraba de música pregrabada (por pregrabada entendamos darle al «play») sobre la que cantaba con la ayuda de los coros de su compañera, que a veces daba la impresión de cantar mejor que la propia Remy. En el concierto hizo repaso sobre todo de su último trabajo, «Half Free» (2015), del que sonaron «New Age Thriller», «Minor Shades» o «Damn That Valley». Las canciones sonaron correctas, pero a Remy le faltaba humildad (preguntó al público si teníamos las piernas rotas ante la falta de baile). Como anécdotas quedaron los guitarreos de un cowboy que apareció de manera inesperada en un par de canciones y las flores que la propia Remy fue dejando caer sobre el escenario en la última canción. Al final el momento más curioso fue ver a ambas artistas barriendo las flores cuando terminó el concierto.
Nada más acabar U.S. Girls, comenzaba en el escenario de al lado (separados por pocos metros) el concierto de Wild Nothing. Jack Tatum, compositor y vocalista de la banda, iba desgranando canciones como «Nocturne», «TV Queen», «To Know You» o «Life of Pause». El grupo sonó bien, correcto, como en sus álbumes, pero no consiguieron sacar de la apatía al público presente, algo que, probablemente, se acabó contagiando a la propia banda, que ni siquiera intentó lograr la complicidad de los allí presentes.
Tenía mis dudas respecto a Deerhunter. Hace unos años en el Paredes de Coura todo fue ruido y distorsión, pero esta vez fue distinto. Bradford Cox y los suyos dieron uno de los mejores conciertos del jueves y del festival. Cox nos deleitó con temazos como «Revival», «Helicopter» o «Desire Lines», de su aclamado «Halcyon Digest» (2010). También repasó algunos temas de «Fading Frontier» (2015), su último disco, sin olvidarse de mirar al pasado. Con una banda que sonaba de lujo, saxofón incluido, Cox hizo un recorrido por toda la carrera de Deerhunter, contentando a los fans y sorprendiendo a los que no lo eran. Hasta el momento, Deerhunter ya se convirtieron en merecidos protagonistas de la jornada.
Julia Holter no parecía la propuesta más acertada para programar en un festival, además justo antes de los cabezas de cartel. Su propuesta, más adecuada para una sala o un teatro, sonó bien pero no logró transmitir. El repertorio estuvo centrado, en su mayor parte, en «Have You in My Wilderness» (2015), su trabajo más reciente. «Feel You» o «Sea Calls Me Home» sonaron bien, pero aquel no era el lugar ni el momento. Habrá que esperar mejores ocasiones de verla en directo.
Una década había pasado ya desde que un servidor viese a Sigur Rós en esa misma ciudad, en el Coliseu do Porto. Muchas cosas cambiaron desde entonces, desde el para mí insufrible «Valtari» (2012) hasta la marcha de Kjartan Sveinsson del grupo, ahora convertido en trío. Tras un largo período sin tocar en directo, la banda islandesa había vuelto a comenzar una gira justo en el Primavera Sound de Barcelona. Abrieron su concierto tocando detrás de una estructura metálica en la que apenas podíamos intuirlos. Comenzaron con «Óveður», un tema nuevo no incluido en sus discos, para pronto pasar a hacer repaso de toda su carrera. La épica de «Glósóli», la belleza de «Untitled #1 (Vaka)» o la emoción de «Ný Batterí» hicieron vibrar a todos los presentes y demostraron que cuando la música es tan auténtica, poco importa si entendemos o no las letras.
Tras un concierto impecable volvieron para hacer un bis con «Untitled #8 (Popplagið)». Estaba claro, Sigur Rós se convirtieron en vencedores indiscutibles de la primera jornada del NOS Primavera Sound por derecho propio. Poco podían hacer los demás para arrebatarles su merecido triunfo.
Tocaba, ya por fin, ir a comer algo. Lo malo es que parece que todos nos habíamos puesto de acuerdo en hacerlo a la misma hora, así que las colas eran bastante largas y, además, empezaba a llover un poco. Aún así lo logramos, e incluso llegamos a tiempo para ver que se traían entre manos Animal Collective.
No puedo decir que me pillase por sorpresa, ya que estaba más que advertido, pero incluso así, Animal Collective me decepcionaron. Entre todo el batiburrillo de cacharros electrónicos sonando, no se oía en absoluto al batería que tenían detrás. No sólo eso, sino que los norteamericanos decidieron enredarse en loops y bucles infinitos, pasando olímpicamente de las canciones. Sólo pude reconocer «Golden Gal» en media hora de concierto, que fue más que suficiente para colmar mi paciencia.
Una pena que John Talabot & Friends no tocasen antes (su horario era a las 4 de la mañana), pero era impensable quedarse tres horas más allí. Quedaban dos días de festival y había que dosificarse.