O Son do Camiño 2019 (viernes 14): Di mi nombre
La expectación el viernes era máxima. Por mucho que viniesen también los Black Eyed Peas, la estrella era sin duda Rosalía. Volvía a Santiago casi un año después de presentar en la Praza da Quintana «El Mal Querer» antes de su publicación. Convertida ya en una estrella internacional, la artista llegaba a O Son do Camiño con todos los abonos y las entradas diarias agotadas. Unas 33.000 personas se daban cita en el Monte do Gozo desde las primeras horas de la tarde, con importantes cambios en los horarios: los más notables los de Hard GZ, que pasó de actuar a las 20:30 a las 03:00, Varry Brava que pasaron de tocar a las 20:25 en lugar de a las 00:15, ELYELLA que cerraron el viernes a las 03:25 en lugar de actuar a las 02:00 como estaba previsto o Shinova, que se solaparon diez minutos con Bloc Party, además de tener la mala suerte de tocar justo antes de Rosalía en el otro escenario.
Marem Ladson presentaba en el Escenario Galicia su álbum de debut homónimo, con el que ha logrado buenas críticas y está tocando cada vez en más festivales. En O Son do Camiño tuvimos la oportunidad de verla tocando junto a su banda, congregando ya a un buen número de seguidores y curiosos que se pasaron a verla. «Shades of Blue» o «West» sonaron como en el disco, dando al conjunto un toque más rockero, sin alejarse de la raíz folk que la emparenta con artistas como Russian Red o Anni B Sweet. Un concierto agradable en el que más de uno descubrió a la prometedora artista.
Iván Ferreiro era uno de los artistas más esperados. Jugaba en casa, tal como reza su último disco, y así comenzó, con «Casa, Ahora Vivo Aquí». Además de recorrer canciones de su trayectoria en solitario como «El Pensamiento Circular», «Pájaro Azul» o «Cómo Conocí a Vuestra Madre», Ferreiro y los suyos (su hermano Amaro, Pablo Novoa y Ricky Falkner no faltaron a la cita) hicieron hueco a míticas canciones de los Piratas como «Fecha Caducada» o «Años 80». La anécdota llegaba con el final de su actuación. Sonaron las primeras notas de «Turnedo» y Ferreiro interrumpió la canción diciendo que no les quedaba tiempo para más. Por cierto que fuese, que no lo dudamos, esa interrupción abrupta dejaba un sabor agridulce al final de su actuación.
Se notaba el aumento de público respecto a la jornada anterior. Aún así, a esa hora todavía se podía recorrer tranquilamente el recinto sin agobios y coger fuerzas antes de afrontar unos cuantos grandes conciertos que iban a ser casi consecutivos.
Cuando se publicó «Silent Alarm» en 2005, Bloc Party lograron el aplauso unánime de crítica y público. Prestigiosos medios como Pitchfork o NME calificaron el trabajo de sobresaliente y el joven cuarteto vendió más de 1 millón de copias de su debut, algo casi impensable para una banda de rock independiente. 14 años después, de aquel cuarteto sólo quedan Kele Okereke y Russel Lissack, a los que se han sumado Justin Harris al bajo y Louise Bartle a la batería. Celebrando su exitoso primer álbum, la banda tocó «Silent Alarm» al completo, pero en orden inverso. Así, comenzaron con «Compliments» para ir progresivamente de menos a más. «The Pioneers» supuso el cambio de tercio hacia la parte más rotunda y eléctrica de la banda, seguida de una lluvia de confeti (eso sí que no me lo esperaba) durante «This Modern Love». Es cierto que esta formación ya no es la original (tampoco lo es la de Franz Ferdinand, por ejemplo), pero siguen sonando muy bien, en especial hay que reconocer la gran labor de Bartle para que no echemos de menos al batería original Matt Tong. «She’s Hearing Voices», «Banquet» o «Helicopter» eran las más esperadas y fueron también las acogidas con más entusiasmo.
Pese a tratarse de un concierto especial parte de la gira en la que interpretan «Silent Alarm» al completo, el cuarteto aún tenía tiempo para más. Las elegidas fueron «Two More Years» (que curiosamente solo fue editada como single), «The Prayer», «Flux» y «Ratchet», durante la que nuevamente tuvimos lluvia de confeti. Aunque la banda ya no esté en su mejor momento, siguen sonando muy bien y no van en absoluto con pose de estrellas, lo que es de agradecer. Fue sin duda un buen concierto, aunque por momentos nos faltase un pelín de emoción.
Fue una lástima el horario de Shinova y una gran desventaja para el grupo. Sabíamos que ya nos habíamos perdido el principio del concierto, que se solapaba con Bloc Party, y que no podríamos quedarnos hasta el final, ya que había que coger sitio con tiempo para ver a Rosalía, pero aún así nos acercamos a ver un rato a los vascos. Ya hace tiempo que se habla de ellos como el próximo gran grupo de indie para las masas, y la verdad es que no nos extraña. Poco pudimos escuchar en su directo, pero casualmente fueron las estupendas «Mirlo Blanco», «El Álbum» o «Cartas de Navegación» algunas de las elegidas. Se mueven entre la épica de bandas como Izal y la tradición de El Último de la Fila, y en directo se crecen. Más de una y uno pedía «quedarse solo una más» a sus amigos antes de volver al Escenario Estrella Galicia para ver a Rosalía. Esperemos verles de nuevo en mejores circunstancias.
No cabía un alfiler en el Monte do Gozo para ver a Rosalía. Un gran despliegue sobre el escenario con plataformas y proyecciones recibía a la artista cantando uno de sus temas estrella, «Pienso en Tu Mirá». Cuerpo de baile, palmas, coros y El Guincho en un segundo plano eran el gran equipo que se sube al escenario con Rosalía y que ha llevado su directo a otro nivel. Con el público rendido a sus pies, la artista lo mismo se iba por la vena más flamenca de «Catalina» o «Que No Salga la Luna» que se atrevía con temas nuevos como «Como Ali» o «De Madrugá». Ni siquiera faltó un repaso por sus colaboraciones con James Blake («Barefoot in the Park») o J Balvin («Brillo»). Pocas pueden hilar el sonido vanguardista de «Maldición» con el «Te Estoy Amando Locamente» de Las Grecas sin patinar. Rosalía sí puede. Poco importó que cayese un buen chaparrón (fue esa la única lluvia que cayó en los tres días del festival) sobre todos nosotros, Rosalía bien merecía que aguantásemos bajo la lluvia.
Aunque no subiese moto o quad para «De Aquí No Sales» (la última vez que estuvo en Santiago sí lo hizo), tampoco hizo falta. «Di Mi Nombre» puso a todos a dar palmas y corear «yoli yoli» y «Bagdad» nos emocionó dejándonos indefensos. Para el final quedaron «Con Altura», su otra colaboración con J Balvin (una de las más aclamadas entre los más jóvenes), «Aute Cuture» y, cómo no, «Malamente», la más esperada de todas.
Rosalía está a otro nivel. Su puesta en escena, sus coreografías, sus uñas o su vestuario son sólo parte de la parafernalia que la rodea y no deben desviar la atención de su inmenso talento. Sigue siendo esa chica que hace un par de años se subía a los escenarios acompañada tan solo de Raül Refree como guitarrista y cuya voz llenaba cualquier auditorio. Ahora Rosalía es una de las artistas más demandadas a nivel internacional, y ha trabajado duro para lograr el lugar que ocupa. Un concierto espectacular y memorable y uno de los grandes aciertos del cartel de esta edición de O Son do Camiño (probablemente uno de las contrataciones más complicadas del festival).
Los ajustes horarios dejaron media hora sin conciertos entre Rosalía y los Black Eyed Peas, probablemente con el objetivo de evitar el desplazamiento masivo de una parte del público de un escenario a otro. Con todo, hubo algunos problemas técnicos del grupo, y el dj de la formación tuvo que salir a pinchar música y calentar el ambiente durante casi 20 minutos.
El regreso de Black Eyed Peas sin Fergie (Jessica Reynoso es ahora la voz femenina) está llevando al grupo de gira por los festivales europeos. Sin embargo, como pudimos comprobar en Santiago, el grupo apenas pasa de puntillas por su nuevo trabajo «Masters of the Sun vol. 1» (2018), consciente de que lo que el público espera son sus grandes éxitos. Salieron a escena con «Let’s Get It Started», siguiendo con otras de sus canciones más populares como «Imma Be», «Rock That Body», «Boom Boom Pow», «Pump It» o «Hey Mama». Arropados por banda en directo, el grupo sonaba muy bien, pero lo que no terminó de encajarme (al menos a mí) fue la parte en la que will.i.am se quedó solo en el escenario con una mesa de dj cantando encima de las bases de algunos de sus éxitos en solitario. Hasta 20 minutos que entusiasmaron a algunos pero a otros nos dejaron bastante fríos.
Retomaron con «Don’t Stop the Party» y «The Time (Dirty Bit)», para terminar con «Where Is the Love?», la canción que les dio la fama y que dio lugar a un gran momentazo en el Monte do Gozo como podéis ver en este vídeo que el grupo compartió en sus redes sociales.
«I Gotta Feeling» era el final esperado pero, de nuevo, el grupo dijo que se había quedado sin tiempo y dejó sonando la canción de fondo. Un final amargo para un final que podría haber sido apoteósico.
Los ajustes horarios provocaron que ELYELLA se tuviesen que quedar relegados a las 3:25 y, aunque nos hubiese gustado, no nos quedaban energías para aguantar. Por eso digo que quizás haya demasiados grupos por día, dado que normalmente no se solapan, y con esto no quiero decir que sobre nadie.
Como si de una marcha de zombies se tratase (por favor, el año que viene un flashmob con «Thriller» de Michael Jackson sonando de fondo), emprendimos la vuelta a casa. El gran final aún estaba por venir.