conciertos

Rufus Wainwright, Auditorio Mar de Vigo, 18-10-16

Algo del público y la magia gallegos le ha atrapado. Desde que en 2008 actuase por primera vez en Galicia, concretamente en Santiago de Compostela, el artista norteamericano nunca se ha olvidado de hacer escala en el noroeste en sus giras por España. En 2012 le tocó el turno a A Coruña y, en esta ocasión, le ha tocado el turno a Vigo. Una gira que ha realizado en solitario, con guitarra y piano, y no acompañado de banda (como vino la última vez al Palacio de la Ópera de A Coruña).

Ha pasado ya más de una década desde la publicación de la que para muchos de sus seguidores es su obra maestra, «Want One» (2003) y «Want Two» (2004). Sus últimos discos, «Prima Donna» (2015) y «Take All My Loves: 9 Shakespeare Sonnets» (2016), demuestran que Wainwright ha virado hacia terrenos muchísimo menos comerciales y más clásicos (sólo hay que observar que ambos han sido publicados por el sello Deutsche Grammophon, toda una institución dentro de la música clásica). 

Ante un Auditorio do Mar de Vigo prácticamente lleno, Wainwright salía a escena con un traje típico gallego (fue Carlos Núñez el que le asesoró en el vestuario horas antes). Con «Candles», cantada acapella sin ningún instrumento, Rufus nos dejaba boquiabiertos al volver a escuchar su impresionante voz en directo.

Contando anécdotas entre canción y canción (entre ellas, cuando su madre conoció a Bob Dylan o el apodo que los diarios sensacionalistas italianos le dieron a raíz de la canción «Gay Messiah», bautizándolo como «Lo Scandaloso»), Wainwright fue haciendo un repaso muy dispar a su trayectoria que incluía composiciones recientes como «Les Feux d’Artifice», de su ópera «Prima Donna», o «A Woman’s Face», de su último disco inspirado en los sonetos de Shakespeare. Recordó también «Out of the Game»; que daba título a su último álbum pop, pero pasó casi de puntillas por la gloriosa época de «Want One » y «Want Two», concediendo sólo «The Art Teacher» y «Gay Messiah». Se echaron en falta temas como «I Don’t Know What It Is», «What a World» o «The One You Love», por citar sólo unos pocos.

Hasta en dos ocasiones volvió a salir Wainwright para los bises. Recordó su promesa (la de no volver a cantar el «Hallelujah» hasta que Trump no perdiese las elecciones), que ahora veremos si cumple o no en los próximos años, y cantó la emocionante «Going to a Town». Para el resto de los bises recurrió a temas mucho menos obvios como «Poses» o «Cigarettes and Chocolate Milk».

Es cierto que no es lo mismo verle en solitario que con banda, pero la de Rufus Wainwright es de esas voces que siempre merecen la pena ser escuchadas. No fue el mejor concierto de Wainwright que recuerdo, pero sólo reecontrarse con un artista de su calidad y su talento es algo que no sucede todos los días. 

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