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Salvador Sobral + David Fonseca, Noite Branca, Braga, 01-09-18

Para los que nos gusta pasarnos el verano de festival en festival, septiembre es un mes duro. Aún hay algunos festivales, sí, pero ya toca asumir que la llegada del otoño está a la vuelta de la esquina y los conciertos volverán a las salas y los espacios cerrados. Por eso darse una buena despedida con conciertos y actividades culturales gratuitas por las calles de la ciudad lusa de Braga era una propuesta más que apetecible.

La Noche en Blanco o Noche Blanca nació en París en 2002 con el objetivo de acercar el arte y la cultura a los ciudadanos, de forma gratuita. Por toda Europa y Latinoamérica se celebra una vez al año, con conciertos en sus calles, los museos abiertos durante más tiempo y eventos por toda la ciudad. La Noite Branca de Braga no es una, sino tres días y dos noches de programación cultural gratuita, desde el viernes al domingo. El día grande, la noche del sábado, reunía a dos de los artistas más relevantes del panorama musical luso: una revelación como ha sido la del ganador de Eurovisión, Salvador Sobral, y un artista con una larga y brillante trayectoria como David Fonseca, que presentaba su nuevo álbum, «Radio Gemini», en una gira que también celebra sus 20 años en el mundo de la música.

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Aún faltaba una hora para el concierto, pero la gente ya tomaba posiciones delante del Palco Avenida para poder ver al que quizás sea considerado casi un héroe nacional tras su triunfo en Eurovisión en 2017. Más de un año después de aquel triunfo, una anécdota comparada con la victoria de Salvador al lograr su esperado y necesario transplante de corazón, tocaba comprobar cómo el artista se liberaba sobre el escenario de toda aquella presión.

Con nuevo corte de pelo y nuevo aspecto físico, Salvador Sobral salía a escena ante la ovación del público, miles de personas venidas tanto del norte de Portugal como de Galicia. Muchos esperaban desde el principio «Amar pelos Dois», pero Sobral supo jugar bien sus cartas. Acompañado de una buena banda de jazz (André Rosinha al contrabajo, Bruno Pedroso a la batería y su mano derecha, Júlio Resende, al piano), Salvador cantó canciones de su primer disco, «Excuse Me» (2016) y algunos de los temas del que será su próximo trabajo.

Entre canciones bromeaba, imitaba a los estereotipos de las telenovelas venezolanas o se daba paseos alrededor del escenario dando un paso atrás para ver como sus músicos se dejaban llevar en improvisaciones jazzísticas. Todo ello, disfrutando como un niño.

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Casi para el final, tras una hora o más de concierto, dejaba «Amar pelos Dois», que interpretó en dos ocasiones, una primera cantando él la canción y una segunda con todo el público coreándola. Después llegarían la no menos maravillosa «Mano a Mano», «Ready for Love Again» o «Ay Amor», un bolero en español.

El que podríamos llamar «el Jamie Cullum portugués» se ha liberado de la presión que gira en torno al certamen de Eurovisión y ha sido capaz de hacer lo que le ha venido en gana. Salvador Sobral en directo es, sobre todo, jazz y alma, pero también vitalidad y diversión. Talento y personalidad de un artista que ya se sitúa entre lo más destacado de la música portuguesa. Todo un triunfo que demostró también que el jazz puede llegar a las masas sin traicionar a sus raíces.

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Después de más de hora y media parecía arriesgado (y lo era) cruzar las calles llenas a reventar de gente para acercarse al Palco da Praça a ver a David Fonseca, un concierto que ya había empezado hacía media hora. El esfuerzo mereció la pena. Mientras nos acercábamos buscando un hueco entre los miles de espectadores sonaban «Superstars» y «Our Hearts Will Beat As One», dos clásicos del repertorio de Fonseca, y aunque creíamos que ya quedaba menos de la mitad del concierto, David apenas estaba calentando.

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Acaba de publicar disco, «Radio Gemini», y para Fonseca esta gira es especial, además, por otra razón. Celebra 20 años en la música, desde que debutase con «Silence Becomes It» (1998), primer disco de Silence 4, la banda en la que militaba y que apenas duró cinco años. Después llegaría la prolífica carrera de David en solitario, con ocho álbumes de estudio en 15 años y uno de los mejores directos de Portugal.

Su setlist mezcló temas de toda su trayectoria como «Stop 4 a Minute», «Someone That Cannot Love» o «Kiss Me Oh Kiss Me» con nuevas canciones como «Get Up» o «Resist», un dueto que en el disco hace con la española Alice Wonder y que recuerda a aquel éxito de Gotye, «Somebody That I Used to Know». Quienes hayan vivido un concierto de Fonseca saben que cualquier cosa puede pasar, y al artista le gusta homenajear a sus referentes musicales, por eso de repente «Futuro Eu» puede transformarse en el «Da Ya Think I’m Sexy?» de Rod Stewart o aparecer un perro de peluche sobre el escenario que lanza gigantescos balones de plásticos de colores al público mientras Fonseca y su banda versionan el «Just Can’t Get Enough» de Depeche Mode.

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A pesar de la excesiva duración de «Radio Gemini» en tiempos de Spotify (algo más de una 60 minutos), escuchar temazos como «My Love Is For Real», «Tell Me Something I don’t Know» o «Slow Karma», con David Fonseca subiéndose a tocar la batería al final de la canción (además de cantar, toca varios instrumentos), le dan la razón al artista, que mira al presente sin olvidar a referentes como David Bowie, Peter Gabriel o Robert Palmer.

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No faltó un solo éxito, y David llegó incluso a bajar con su guitarra para tocar y cantar entre el público. Hubo desde canciones de su disco en portugués como «Ela Gosta de Min Assim» hasta temas que ya son casi un talismán para el artista, como «The 80’s» o épicas composiciones como «What Life Is For». Para el final, David se guardaba un as en la manga. El primer single de su último álbum, «Oh My Heart», ya suena como si fuese un himno, y si a ello le sumamos la cada vez más habitual traca final de confetti (él ya lo hacía en sus conciertos hace casi diez años), no podemos sino hablar de un final espectacular.

Épico, mágico, inconmensurable. Más de dos horas de concierto para recordarnos, una vez más, que cada directo de David Fonseca es una celebración del espectáculo, de la música, de la vida al fin y al cabo. Somos nosotros los que tenemos que quitarnos el sombrero.

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