Somos los chicos de los discos

Ayer, accidentalmente, descubría a través de la web de Honky Tonk Discos el documental «Los Chicos de los Discos». En él se realizan entrevistas a coleccionistas de discos de Barcelona, entre ellos al músico Miqui Puig. Probablemente yo no llego a ese nivel de «frikismo» adorable de algunos de ellos, entre otras cosas por la absoluta falta de trabajo estable remunerado y la incompatibilidad entre adquirir toda la música que te flipa y asistir a todos los conciertos que te flipan, pero el documental me ha tocado la patata. Desde el testimonio del escritor Kiko Amat, que confiesa que su primer LP lo mangó de una tienda escondiéndolo en la gabardina (anda que no tiene mérito ocultar tales dimensiones), hasta la paradoja de otro de tener más música de la que tiene tiempo de escuchar (creo que esto nos pasa a más de uno desde que tenemos Internet). Unos personajes que podrían perfectamente haber salido de la magnífica «Alta Fidelidad» y con los que empatizo totalmente.
Creo que el documental es de 2007, pero no creo que esté para nada desactualizado. También encontramos desde el que jura no descargar música hasta el que cree que Internet se ha cargado todo el misterio en torno a la magia de los discos y los artistas (parte de razón no le falta). Particularmente, creo que el más razonable de todos ellos es Miqui Puig, que reconoce que lo maravilloso de la llegada de Internet es que la gente conoce y comparte más música que nunca. Ha cambiado el modo de hacerlo, sí. Antes compartir música significaba ir a comprarse una cinta virgen de 90 al hiper y que tu colega te grabase una selección de recomendaciones o ir directamente a que te copiase el «OK Computer» de Radiohead o el «Grace» de Jeff Buckley. Ahora se ha vuelto mucho menos personal, pero conocemos más música. Eso sí, me parece muy complicado que los más jóvenes que sólo han escuchado ya música en formato digital lleguen a apreciar de verdad el formato físico, el diseño de la portada, el libreto con las letras… Una lástima. Probablemente seamos los últimos supervivientes de una especie en vías de extinción…

Somos los que grabamos cinta tras cinta a novias, amigos, amigas, desconocidos, futuras amantes…
Cintas que reposan en cajas en coches ajenos
Cintas que se perdieron hace tiempo o son tarareadas aún en viajes al Ampurdá
Somos esos pobres locos, los que cada vez que conocían a una mujer tenían automáticamente el dedo en el REC de grabar casi sin darse cuenta…